Desde Mujeres a la Cumbre queremos hacer visible a distintas «mujeres con historia», pioneras en el montañismo y escalada, que lograron ascensos increíbles y que rompieron con patrones sociales para hacer lo que ellas deseaban, lo que realmente les gustaba y las apasionaba.
Sus historias y acciones nos motivan a conseguir nuestros propios sueños. Hoy presentamos a la andinista argentina Nancy Noemí Silvestrini (1972 – 2003).
La montañista nació en Mendoza y vivió en Kilómetro 11, Guaymallén. Estudió Análisis de Sistemas y con el paso de los años encontró en la montaña su refugio ante los problemas de la vida. Por ello decidió estudiar y recibirse de Guía de Montaña en la Escuela de guías de Alta montaña y Trekking (EPGAMT).
Logró más de seis ascensos al Cerro Aconcagua (6962 msnm), la montaña más alta de América. Ascendió también el monte Pissis en Argentina, el Sajama y Huayna Potosí en Bolivia y el Tocllaraju en Perú, entre otros.
Tanto Popi Spagnuoli como Belén Escudero, socias fundadoras de Mujeres a la Cumbre, tuvieron el placer de conocerla.
Fue el 5 de julio de 2003, con 31 años, que se convirtió en la primera mujer argentina en conquistar un ochomil, el Gasherbrum I, de 8.068 metros, situado en la cordillera de Karakorum, en la frontera entre Pakistán y China. Junto a cinco españoles llegó a la undécima cumbre más alta del planeta, también llamada Hidden Peak, y en ese instante su nombre quedó incorporado a la Historia grande del montañismo.
Ese mismo día, la joven andinista desafortunadamente encontró la muerte durante el descenso de la cumbre, en medio de un fuerte temporal.
Nancy dedicó su vida a la montaña y su legado es el que hoy se traduce en la creciente cantidad de mujeres que se adentran en el mundo del montañismo con verdadera pasión y vocación. En los Himalaya le rindieron homenaje como también en Mendoza, su provincia natal.
El montañismo es mágico, nos genera una adrenalina única y una libertad incomparable con otras situaciones o actividades. Pero el ascenso y descenso de un pico es un desafío, cada paso es un logro. Y muchas veces, el objetivo queda inconcluso porque la naturaleza y la vida así lo quisieron.
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